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Superficial: La presencia

Actualizado: 24 nov 2023


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Una mañana camino a la iglesia me pregunté: ¿Con qué corazón irá la gente a la iglesia?

Pienso que es fácil juzgar a las personas sin conocer sus verdaderas intenciones.


Humanamente, jamás se puede saber sí cuando una persona levanta las manos durante su adoración lo realiza con todo el corazón o si es solo la emoción del ambiente. Quizá no sea correcto, pero en muchas ocasiones he observado a las personas dentro de la iglesia y siempre termino intentando entender sus motivaciones y deseos de encontrar a Jesús en medio de su adoración.


Todo esto viene a que hace unos días, en una lectura, me encontré con algunas preguntas interesantes: ¿Quién demuestra ser más espiritual? ¿La persona que levanta sus manos y expresa su adoración con alegría y danza o quién lo hace en silencio? Me pareció que la pregunta era muy religiosa, como buscando comparar quién es más auténtico o quién tiene una mejor y más estrecha relación con Jesús.


Creo no existe punto de comparación para determinar si alguien tuvo una experiencia genuina con Jesús en medio de un ambiente de adoración o no. Cuando se plantea un estereotipo en extremo perfecto e inalcanzable, cualquier resultado que no se parezca al modelo es considerado una emoción del momento. Básicamente, si los frutos no son inmediatos, tal experiencia no existió.

En mi vida, he sido superficial. Pasando el tiempo enfocado en que están haciendo otras personas y descuidando mi corazón y alma, mientras cargo con un peso innecesario. En realidad, ya perdí la cuenta de cuántos meses o años llevo luchando con mi fe y este tema: Tratando de encontrarle sentido y razón de ser a muchas cosas. Últimamente he cuestionado demasiadas cosas que he visto y oído de parte de Dios para mi vida y la de otros.


Sé que pensar constantemente en esto ha desviado mi atención y mi adoración, y tanto darle vueltas llego siempre a la misma respuesta: sí dejará de pensar en todo esto tendría espacio en mi mente y corazón para los pensamientos e ideas del reino y más tiempo para las cosas que son realmente importantes. Mi energía sería útil y mejor aprovechada en las cosas que soy bueno y que he dejado de hacer.


Creo que esto no me pasa solo a mí. He escuchado a muchos decir que anhelan la presencia de Dios y ver su gloria en sus vidas, pero cuando llega el momento del encuentro algunos solo rasgamos la superficie. Esto resulta paradójico. Por lo general cuando uno espera reunirse con un amigo muy querido es para mucho más que preguntar ¿Cómo estás? y luego despedirse incómodamente. No tiene sentido esperar tanto para un hermoso encuentro y desperdiciar la oportunidad de pasar tiempo con ese ser amado.


Debo confesar que, muchas veces, he desperdiciado el tiempo y la oportunidad. Salgo de casa dispuesto a encontrarme con Dios en medio de mi adoración y restarle importancia a todo lo demás, pero en el camino comienzo a llenarme de prejuicios y cuestionar todo. Me enfoco más en que están haciendo otros y cuando finalmente llega el encuentro hago la misma oración de siempre y me voy. Regreso a casa pensando: otra vez dejé escapar la oportunidad de que algo nuevo, extraordinario y milagroso suceda en mi vida.


Alguien me dijo una vez: Toma de mi lo bueno y lo malo deséchalo. Quizá como yo, conoces a alguien que ha descuidado su adoración llenando la mente y el corazón con otras cosas. Quizá ese es tu caso. Tal vez tus pensamientos no son acerca de lo que otros sienten y viven en la presencia de Dios (genuino o no), sino que tus pensamientos vagan en otro sentido, preocupaciones y quehaceres que distraen tu atención de la hermosa presencia de Dios.


No lo sé, pero quizá has ido de lugar en lugar, tratando de tener un encuentro con Dios. Te has leído montones de libros y asistido a eventos (que para nada son malos), con la motivación de encontrar a Dios con una palabra para tu vida; yo también lo he intentado. Sin embargo, no siempre pasa lo que esperamos. Comprendí, con el tiempo, que Dios no se mueve por eventos ni por el lugar. Él no responde al llamado de mi necesidad sino que responde al llamado de mi fe.


Me enteré, que muchas cosas todavía no ocurren en mi vida, no por falta de fe, sino porque todo tiene un propósito y un tiempo. Que antes de vivir y ver lo que debe ser, existe un proceso que debo pasar. Aprendí que para estar listo y equipado hay que prepararse y que los procesos y las luchas no son algo que pueda meter al microondas por unos minutos y listo, sino que depende de mí, debo estar dispuesto.


“Dios mío, mira en el fondo de mis corazón, y pon a prueba mis pensamientos. Dime si mi conducta no te agrada, y enséñame a vivir como quieres que yo viva”


Dios espera nuestra disposición y luego Él actúa. Eliminar las distracciones y dejar los pensamientos superficiales tal vez no ocurra de inmediato, como dije, es un proceso. Sin importar cuanto tiempo tome, no hay que desanimarse. Hay que perseverar y entrenar hasta lograrlo, probar otro ángulo y permanercer con la vista en Jesús.


Quiero sen intencional y no desaprovechar más los encuentros con Dios en medio de mi adoración. Quiero apoyar a otros a seguir adorando, sobrepasar la superficie e ir más profundo.


Y tú ¿estás dispuesto?


Te dejo algunos planes de lectura de YouVersion para tus devocionales.


 
 
 

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