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Desvío

  • Foto del escritor: 3m@nuel
    3m@nuel
  • 21 ago 2019
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 24 nov 2023


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Hace unos días utilicé el servicio de Uber y me molesté mucho. Ese día necesitaba asistir a una actividad que era demasiado importante para mí. Debía estar allí a las 7:00 p.m. y mi horario de trabajo es hasta las 6:00 p.m. Pensé que sería buena opción solicitar el servicio, que según Waze, llegaría a mi destino a las 6:40 p.m.


Me pareció genial iba a llegar a tiempo, podía tomarme un respiro antes de ingresar al evento. El precio del viaje no era tan costoso Q.35.00 quetzales y me pareció bien. Caminé un poco desde mi trabajo, para no retrasarme y así el conductor podría encontrarme y tomar con mayor facilidad un camino alterno que se encuentra por aquí.


Subí y todo muy bien. Confirme el destino y mientras me puse el cinturón, sin darme cuenta el conductor tomó la ruta larga y le pregunté: ¿Acaso no era más mejor tomar el desvío? A lo que él respondió: “hay demasiado tráfico por esa ruta, no te preocupes, con la ruta que elegí llegaremos más rápido.” Me di cuenta que estaba tan convencido de ello así que no dije nada, pero dentro de mí sabía que eso no era cierto, aún así él me aseguraba que tomó la dirección correcta.


Cuando vi que el camino que él escogió estaba mucho peor, haciéndome perder el tiempo, ya que tuvimos que regresar al lugar donde aborde y por fin tomar el desvío. Solo pude sentir como me puse caliente, colorado y con muchas ganas de maltratarlo. Dimos una vuelta completamente innecesaria, en la que además de perder tiempo, energía; gané una molestia. Al bajar del servicio agradecí muy a la fuerza y mi cobro fue de Q.55.00 quetzales, mucho más caro de lo que yo había previsto.


Podrías pensar ¿Porqué me cuentas esto?. Creo que muchas veces Jesús es el pasajero y nosotros quienes le prestamos el servicio. Estoy convencido de que Papá tiene un plan para nosotros, tal es su amor que hasta nos facilita las cosas, y nos brinda ayuda para que sea más fácil llegar al lugar indicado. Cuando permitimos que Dios ingrese a nuestra vida, la cual yo veo que es el vehículo de transporte, Él nos dice “Sabes, lo que yo tengo para ti es bueno. Sabes a dónde debemos ir, y sabes a donde te llevare” aunque queramos negarlo o ignorarlo, nosotros lo sabemos.


Papá calla un momento y cuando se da cuenta, ya hemos tomado el camino largo, entonces Él viene y nos pregunta ¿Qué hiciste?, mientras nosotros aseguramos: “No te preocupes, vamos bien. No va a pasar nada, solo fue algo que pasó, pero tranquilo yo sé lo que estoy haciendo.” A causa de nuestra falta de disposición para seguir instrucciones, tenemos que volver nuevamente al lugar donde encontramos a Jesús por primera vez, y tomar el camino con el que hubiésemos podido llegar antes, con mayor facilidad y tranquilidad.


Alguien me dijo hace mucho tiempo: “No te pierdas del camino que Dios tiene para vos.” Sé y entiendo que las bendiciones que hoy tengo, las hubiera disfrutado desde hace mucho tiempo, pero al igual que en mi viaje hace unas semanas, me descuide. Dios me prometió y habló sobre estas cosas, pero yo no fui obediente a lo que Él me decía. Ahora que ya he madurado un poco es que lo veo.


Sí algo como similar está pasando contigo, deja de dar vueltas y alargar el asunto. Apártate de las rutas donde Dios ya te ha dicho, como tu copiloto, que no debes tomar. Regresa al camino fácil y rápido. Doblega tu corazón, humíllate, pon oído y avanza por el camino correcto.


 
 
 

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