¡Qué vivan los impopulares!

Recuerdo que una vez un amigo me dijo, de la manera más honesta que pudo encontrar, que ahora me visto mejor que hace unos diez años. Unos amigos con los que estabamos en ese momento, intrigados, preguntaron:

–¿Y cómo te vestías antes?

–Pienso que siempre me he vestido normal, con la ropa común que tengo en casa – Respondí

–La verdad es que creo que querías imponer una especie de moda, algo así como usando un estilo muy raro, como esperando que todos nos vistiéramos igual, y lo único que lograste fue destacar de un modo muy raro. Aún con eso, nadie te siguió. - Agregó mi amigo.

–Ja, ja, no eras popular, dijo mi otro amigo.

No creo que alguna vez haya causado tendencia en mi entorno, al grado de que todos me quisieran a su lado y no recuerdo una sola vez en la que yo haya sido el centro de atención sin ser el objeto del ridículo. Personalmente, jamás me consideré una persona popular, y realmente no busco serlo. Pero si creo que a la vida de toda persona llega alguien que, sin entender muy bien porque, te busca para decirte ¡quiero ser como tu!

Una persona puede ser popular por su estatus social o económico, también por sus habilidades o influencias. Ya lo he visto. Algunos acostumbrados a la popularidad, mientras que a otros les llegó de repente. Como dije, no me considero una persona popular, aunque me llevo bien con las personas y muchos me conocen, pienso que existe una diferencia entre ser conocido y ser popular.

Todo esto me recuerda mucho a un episodio de Bob Esponja, ese personaje amarillo y cuadrado que seguramente nos hizo la tarde a muchos después del colegio y las tareas. En dicho episodio, Bob, realiza su majar de maní y cebolla, el cual le hace tener mal aliento y aleja a todos a su alrededor llegando al punto de pensar que contrajo la fealdad.

A lo que quiero llegar, es la parte donde Patricio (quien por cierto no tiene nariz) le dice a Bob, que diga la frase: “Soy feo a mucha honra”, lejos de si Bob lo acepta o no, terminan dándose cuenta de que solo tienen mal aliento y que en realidad no son feos.

Tal vez suene como una comparación muy extraña y fuera de lugar, pero me gusta pensar que como seguidores de Jesús, somos impopulares por default, ¿crees que exagero?, mira las palabras de Jesús:

Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará, pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo. San Mateo 10:22 NVI

Me encanta la idea de ser impopular. Se trata de una persona que no encaja dentro los grupos definidos por un estatus, poder o cantidad de recursos. Alguien que no será bienvenido a menos que cumpla con los requisitos. Sé que me dirás: hay Cristianos populares. Artistas, músicos, youtubers, bloggers, etc., sus habilidades y talentos los han hecho ser conocidos por muchos, incluso, hay a quienes les gusta lo que hacen y a otros no, pero dentro del medio cristiano son populares, mientras que para el resto del mundo tanto ellos como nosotros somos impopulares y no hay nada de malo con ello.

No es necesaria una popularidad para importarle a Jesús, pues desde mucho antes, nos conoció y nos predestinó; por su causa, perdemos mucho, pero por su Nombre somos salvos.

Yo soy impopular a mucha honra, ¿y tú?

Porque a los que conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó también los glorificó. Romanos 8:29-30 NVI

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